Mi amistad con los objetos ordinarios viene de lejos, de cuando los proyectos de diseño hablaban de materia, función y forma.
Ahora, nuestros reencuentros ocurren en un espacio divergente e imaginario, donde la conexión y el diálogo genera un impulso creativo que provoca otros avatares. Entonces, lo objetos más cotidianos se rebelan y reclaman otra identidad, otro lugar, quieren transformarse y formar parte de un mundo extraordinario con otras realidades, donde todo (ensamblaje) es posible. Algunos quieren convertirse en grandes protagonistas de una nueva historia que contar, otros simplemente se conforman con un pequeño papel como secundarios.